Pero la patada de burro, el shock movilizante, ese que nos saca del pronunciamiento típico, cómodo, y nos impulsa a la invención, es el eje de realidad en el que elijo pararme.
Nada puede limitarme, porque la realidad a la que me adecuo es constantemente expansiva. Va de tierra fértil en tierra a conquistar, muestra vetas que parecían ocultas y fomenta que salgan a la luz, como todo lo que nació para dar vida.
Es elección –o ni siquiera- personal el moldeo que se le da a esa capacidad natural de darle vida y engendrar realidades plasmables. ¿Voy por el lado luminoso que se vislumbra o me entrego en la oscuridad pegajosa y pseudoatrapante?
También conviene comprender que hay momentos y momentos, y que las energías disponibles son renovables. Aún así, persisto en la idea de que si siempre estamos dispuestos a buscar un nuevo horizonte que nos motive a emprender la aventura, pocas cosas pueden salir como no lo esperamos. Depende de nuestra perseverancia, dedicación, entrega, y que el burro de arranque nos haga despegar en la búsqueda de objetivos concretables. Para luego ir por otro, y otro, y así…